martes, 21 de julio de 2020

Posibles consecuencias del COVID-19 para el sector de los seguros

El COVID-19 está afectando a la industria aseguradora de múltiples maneras: desde cuestiones que pueden afectar a la continuidad de empleados y negocios hasta consideraciones de servicio al cliente y perspectivas financieras. En este artículo se analizan algunos problemas clave que enfrentan los aseguradores y las posibles medidas que podrían tomar.

Los aseguradores están respondiendo al creciente brote de COVID-19 en distintos frentes: como pagadores de siniestros o prestadores de servicio, como empleadores y como administradores de capital. Cada uno de ellos tiene sus propios desafíos, no sólo para la industria de los seguros, sino para la economía y la sociedad en general.

Sin embargo, la preocupación más inmediata de las aseguradoras es la protección de la salud y la seguridad de los empleados y sus socios en la comunidad de agentes/corredores mientras se esfuerzan por mantener la continuidad del negocio. Al igual que los titulares de pólizas comerciales a los que prestan servicios, las aseguradoras se enfrentan al reto de revisar y actualizar sus planes de gestión de crisis y tomar medidas para continuar las operaciones con un mínimo de impacto para los clientes.

Si aún no lo han hecho, las aseguradoras deberían considerar la posibilidad de establecer equipos multidisciplinares de toma de decisiones de emergencia para coordinar la respuesta de la organización, establecer nuevos protocolos de seguridad y asegurar una acción más rápida a medida que las condiciones sigan evolucionando. También debería existir un sistema de comunicaciones completo para mantener a los empleados, distribuidores y clientes plenamente informados sobre el estado de los planes de continuidad de la actividad y las instrucciones sobre cómo mantenerse personalmente seguros.

Uno de los mayores desafíos podría ser, sin duda, el del pasar a operar en remoto para proteger al personal y adaptarse a las posibles restricciones de acceso a la oficina, todo ello sin dejar de asegurar la continuidad de las actividades.

El énfasis en los esfuerzos por contener la propagación de COVID-19 puede significar permitir que el personal de las compañías de seguros -desde los actuarios hasta los suscriptores y los gestores de siniestros - trabaje fuera de la empresa, muy probablemente desde su casa, como ya está sucediendo en España. Las aseguradoras deben determinar si los empleados pueden acceder a los archivos necesarios y realizar sus actividades desde lugares remotos.

Los aseguradores pueden tener otras circunstancias que considerar para dar cabida a los prestadores de servicios o a los peritos, por ejemplo, que a menudo necesitan viajar para realizar su trabajo, tanto a nivel local como a lugares más distantes. Eso podría ser problemático con el brote de COVID-19. ¿Qué pasa si un perito necesita ir al lugar para examinar una reclamación por daños a la propiedad comercial o personal, y uno de los familiares del asegurado o un empleado que interactúa con el perito está infectado con COVID-19?

Para evitar esas circunstancias, es posible que las aseguradoras tengan que adoptar medidas de seguridad adicionales, como establecer nuevos protocolos para las interacciones en persona con los reclamantes o exigir que las reclamaciones se investiguen desde la oficina o desde un lugar remoto alternativo cuando sea posible, incluso las que normalmente requieren visitas al lugar. O, alternativamente, acelerando modelos de autoperitación digital a distancia.


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